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Existen lugares en el mundo, por ejemplo en Australia, donde equipos de expertos recorren el país con el fin de grabar las diferentes voces de los aborígenes, cuya cultura no emplea la escritura, ante el temor de que desaparezcan. Aquí, los "expertos oficiales", trabajan para todo lo contrario: para ver si esa puñetera forma de hablar y de sentir que tienen los andaluces no se vuelve a oír más o, si se oye, que sea porque la hablan entre ellos (los jodíos), que ya se entenderán. Son maneras diferentes de tratar a una cultura, muy diferentes porque, como ya se sabe, los australianos se encuentran en nuestras antípodas.

Dicen las buenas lenguas que la enfermedad del nacionalismo se cura viajando. Pues bien, hagámosles caso, apliquemos el remedio: están ustedes invitados a conocer Andalucía. A usted, que nos comprende, para que ratifique que somos un pueblo abierto, humano, solidario, universal, sabio, acogedor, sin fronteras, .... y a usted, nacionalista de donde sea, que nos desprecia, que nos niega nuestra historia, nuestra lengua, nuestra cultura, a ver si, conociéndonos, recibe la influencia de un pueblo milenario, tolerante por naturaleza, que ha sabido abrir sus puertas a todo el que ha llamado a ellas.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Pueblos "de la Frontera". La Banda Morisca




Hoy reconocemos sobre el mapa una lista bastante amplia de municipios andaluces que incorporan a su nombre el término “de la Frontera”. Así, en la provincia de Cádiz existen los municipios de Arcos, Castellar, Chiclana, Conil, Jerez, Jimena y Vejer; en la provincia de Málaga, Cortes; en la provincia de Córdoba, Aguilar y en la provincia de Sevilla, Morón. Todos con el añadido "de la Frontera". ¿A que se debe tanta coincidencia?.

Pues a que todas estas poblaciones tienen su origen en la creación, en el siglo XIII, de la llamada Banda Morisca. Cada uno de estos municipios tiene su particular historia en la medida que el azar les hizo estar más vinculadas a un lado que al otro. La frontera o Banda Morisca arranca cerca del estrecho de Gibraltar, dirigiéndose después hacia la serranía de Ronda, hasta el río Guadalete. Cruza el río Guadalteba y Yeguas para adentrarse después en las estribaciones de las sierras de Cazorla, y Segura en territorio murciano. Y culmina cerca de Águilas.


En el mapa se ve la Banda Morisca que separa el territorio cristiano
del musulmán (en blanco) y los territorios ocupados por ordenes militares.

Existen otros municipios andaluces, en la provincia de Huelva, cuyos nombres contienen la locución "de la Frontera", sin embargo no se refieren a la frontera granadina sino a la frontera con Portugal. Este es el caso de Rosal de la Frontera y de Palos de la Frontera.

El caso es que las fronteras, sobre todo las de aquella época, no eran lineas claras y concretas trazadas en un mapa. Eran, mas bien, esos lugares indefinidos donde nada está absolutamente del todo en el otro lado; líneas ficticias que tratan de contener las diferencias, de conducir las conductas. Pero este tipo de lineas suelen fracasar o, al menos, difuminarse, porque al final y casi siempre, son las conductas las que modifican las fronteras, y no al contrario. 

La larga frontera entre el Reino de Granada y el de Castilla fue mucho más que una barrera física imaginaria que apenas se puede dibujar sobre el mapa como una línea estable. Y fue mucho más, porque allí, sobre el terreno, los seres humanos que la habitaron anduvieron atrapados entre dos culturas antagónicas. Más allá de lo anecdótico, de lo heroico, en el interior de la Banda Morisca existió una población que no tuvo el menor problema en exhibir su mestizaje cultural sin complejos, una población ajena a la propaganda ideológica que las partes en conflicto trataron de imponer, una tierra de nadie, o mejor, una tierra de todos.

Se trataba de un lugar de fuerte intercambio comercial y de contacto multicultural intenso. Zona de tránsito donde el cristiano se convierte en musulmán, y donde el musulmán se hace cristiano, aunque se mantuvo vivo el espíritu de cruzada y la yihad islámica, para entonces ya anacrónico en Europa. No hay que olvidar que, más allá de ser una frontera como otras tantas, fue durante más de dos siglos el límite europeo entre el cristianismo y el Islam.

En este tipo de espacios el poder de ambos lados acostumbra dotarse de importantes estructuras defensivas, claro que si, pero al mismo tiempo se relaja en cuanto a asuntos más cotidianos. Por ello, las actividades económicas lícitas se ven acompañadas de otras que lo son menos. El negocio dirigido a la mera obtención de botín y las acciones destinadas al cautiverio de rehenes con los que mantener el negocio esclavista, vino a socorrer las necesidades de aventureros y buscavidas, mucho más interesados en el lucro personal que en defender doctrinas de uno u otro lado. Negociar la redención de esclavos se convirtió en un negocio próspero hasta el punto que algunos individuos poseían salvoconductos especiales para circular libremente a ambos lados de la frontera, y negociar los rescates de prisioneros. Eran los llamados egeas. Castilla creó el cargo militar de Adelantado Mayor de la frontera y se establecieron en ella las órdenes militares.


La primera frontera de Granada se delimitó mediante el Pacto de Jaén en 1246 entre el rey Alhamar de Granada y el rey Fernando III el Santo de Castilla, tras las extensas conquistas de este último en todo el valle del Guadalquivir. La frontera se modificó durante los reinados de Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI. Sin embargo, a la muerte de este último en 1350, la frontera de Granada encontró ciertos cauces de estabilización y fijación geográfica, que perduraron en líneas generales hasta el inicio de la Guerra de Granada a fines del siglo XV.

La actividad económica predominante era la ganadería, a consecuencia de la falta de población (había escasez de brazos para la agricultura), además de la inseguridad total del terreno. Era tal la preocupación ante el constante pillaje que los colonos hasta optaron por dejar de lado del todo a la agricultura en pro de la ganadería. ¿Y por qué? Porque las cosechas podían ser quemadas y el producto de ellas robado, relegando a la miseria a los colonos. Sin embargo, el ganado siempre podía ser puesto a buen recaudo en los albácares de las fortificaciones que les servían de protección o, en el peor de los casos, espantarlo para luego, una vez pasado el peligro, recuperarlo todo o casi todo.

La verdad es que la "Banda Morisca" (y sé que esta aseveración puede traer cola) podría considerarse como el "Far West" de Castilla. Las peculiares características que describo hizo que, en aquellos tiempos, la zona que nos ocupa se poblara de torres y castillos (que podrían ser análogos a los fuertes de la caballería yanki si no fuera porque los nuestros aun los conservamos -por hacerlos con cabeza y con piedra- y no sólo servían para que el Bufalo Bill de turno se "entretuviera con los aborígenes"), estableciendo una línea en profundidad con posibilidad de enlazar visualmente unos con otros para, a base de ahumadas o candelas, dar aviso en cuanto se avistase una mesnada enemiga internándose en el territorio. Para ponernos en situación, lo mejor será explicar lo que sucedía constantemente en la zona mas caliente de la Banda Morisca, la serranía de Ronda.


El punto de partida de las algaras granadinas radicaba en Ronda, por donde entraban en dirección al Valle del Guadalquivir mesnadas que actuaban con gran rapidez en busca de botín y cautivos en los pequeños núcleos de población con los que la corona castellana intentaba a duras penas afianzar el dominio del territorio. Ello obligó a establecer una línea defensiva a base de castillos y torres que, dispuestas en profundidad a lo largo de la ruta comprendida entre Ronda y Utrera, pudieran contener a los granadinos en su enconado empeño de intentar recuperar los territorios perdidos y, está de más decirlo, aliviar la presión de las tropas castellanas en otros puntos de la frontera, cosa que solo se logró de forma circunstancial durante la guerra civil entre Pedro I y el Trastámara, más preocupados de sacarse las tripas el uno al otro que de proseguir con las exitosas campañas de reconquista llevadas a cabo por Fernando III, Alfonso X y Alfonso XI.





Para ponernos en situación, lo mejor será echar un vistazo al mapa de la derecha. En color verde aparece el reino de Granada, y en celeste Castilla. Según muestra la flecha azul, esa sería la ruta en teoría más lógica para acceder al Valle del Guadalquivir: desde Antequera, avanzar en dirección oeste hasta Alcalá de Guadaíra, que era la llave de Sevilla. Sin embargo, esa zona no se prestaba a buenas razzias; es un territorio amplio, desde donde cualquier mesnada podría ser avistada a muchísima distancia. Al mismo tiempo, no había montañas por donde escurrirse o esconderse y, lo más importante, cerraban el paso las fortalezas de Alcalá y Carmona, inexpugnables ambas salvo para ejércitos muy numerosos y dispuestos a pasarse meses y meses cercándolas.







El castillo de Hierro, en Pruna.
Aunque parezca increíble
fue tomado al asalto. Ya le echaron redaños.
Por ello, el terreno más apto era el marcado con la flecha roja: desde Ronda, amparados en la inmensa serranía del mismo nombre, avanzar por el sureste en dirección a Utrera, distante apenas cinco leguas de Sevilla. En un terreno así, protegidos por innumerables ángulos muertos hasta prácticamente la misma Utrera, una tropa reducida y conocedora del terreno podía hacer muchísimo más daño. 


Castillo de Zahara. No pudo ser tomado de forma
definitiva hasta 1483
Su estrategia era básica, pero eficaz: avanzar sin ser detectados, entrar a saco en las pequeñas poblaciones de nueva creación sin murallas que las defendieran y retornar a toda velocidad con el botín. En caso de necesidad siempre podían refugiarse en los castillos de Zahara, Olvera, Pruna o Fátima, en Ubrique, todos ellos prácticamente inexpugnables. Así pues, aunque la frontera con Granada era bastante extensa, era en la zona sombreada en rojo donde verdaderamente se centraba toda la acción en aquella época. Esa era, en esencia, la Banda Morisca.

Situación en el mapa de las principales fortificaciones cristianas alzadas para defender Sevilla. Clicar aqui para ver mapa en Google Maps 


Ver castillos y torres vigía de la banda morisca en un mapa más grande

 
Cádiz y su provincia, tal vez por su orografía y por las fortificaciones de Medina Sidonia, Arcos de la Frontera y Jimena de la Frontera, fue un objetivo que pronto abandono el Reino de Granada


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